lunes, 15 de septiembre de 2008

CIRO'S

Esta fue la primera columna que publiqué con los cabros de The Clinic, si la memoria no me falla, por Diciembre de 2003.

Siempre que se acerca fin de año -entre tanta cosa de regalos y fiestas- me vienen unos tiritones que solo pueden ser eliminados con un buen vaso de cola de mono, heladito. Pero obviamente que no busco este brebaje en los supermercados, en donde venden unas indignas botellas que tienen sabor a pasteurizado. No, en materia de cola de mono hay que asesorarse por expertos, o sea, hay que ir al Ciro’s de calle Bandera. Este local se caracteriza por vender esta bebida todos los días, desde hace más de cuarenta años. Aquí se juntan empleados públicos que trabajan por el barrio además de un siempre nutrido contingente de fanáticos de la hípica, los que cola de mono en mano, estudian los programas del hipódromo para luego apostar en un centro de apuestas cercano.


En el Ciro’s la bebida oficial es el cola de mono. En la larga barra que recorre el local hasta el fondo, no son pocos los parroquianos que se empinan este helado compuesto. Durante el año, más de 120 litros de este licor salen diariamente de un artefacto que originalmente estaba destinado al almacenamiento de jugos concentrados, y que ahora no contiene otra cosa que este espirituoso café con leche. La bebida se puede pedir en un vaso grande o incluso en una botella pisquera –previamente lavada- que el mozo conectará a la comentada máquina hasta llenarse. Por estos navideños días el consumo de cola de mono se triplica, por lo mismo, la máquina de jugos debe rellenarse varias veces durante el día con unos enormes bidones traídos desde los refrigeradores de la cocina. Es en ese lugar donde se elabora este elixir, con una receta que los dueños del Ciro’s cuidan como hueso santo.


Pero si uno se ha tomado la molestia de llegar hasta este bar de calle Bandera, corresponde aprovechar el impulso del cola de mono para probar algunas de las otras especialidades de la casa. Siguiendo con la onda navideña está el pavo asado, el cual se recomienda probar en forma de sandwich, dentro de una maceteada marraqueta y con el acompañamiento que se desee. Pero la máxima atracción de este lugar es sin duda la pierna de cerdo asada que siempre es posible ver al lado de la plancha del cocinero, quien la baña en su propio jugo de tiempo en tiempo. Pierna mayo, pierna palta, pierna chacarera y pierna luco; son tan solo algunas de las variedades de sandwich que se pueden pedir en este lugar. Si con tanta fiesta de fin de año le está haciendo el quite al pan, nuca vienen mal un crudo canapé o unas exquisitas criadillas preparadas al instante; todo esto aderezado con el aromático ají verde recién cortado que los mozos gustosamente ofrecen.


CIRO’S

Bandera 220


2 comentarios:

Francisco dijo...

Lastima que ya no sigas dandole a las criticas patacheras, te transformaste en un clásico -igual que los locales que comentabas-. Hubo un tiempo, par de años atrás, en que religiosamente seguía tus visitas, partí con las ahora famosas parrilladas a la uruguaya, seguí con una sanguchería talquina y otra de Conce, me repito una vez por semana esta cola de mono y así podría seguir. Un abrazo sentido, de un patachero con el colesterol por las nubes (29 añicos)y la barriga a cuestas.

Un chileno en México dijo...

He visto sus pataches ahora en La Tercera. Pero, obviamente, por motivos editoriales hay que callarse muchas cosas, como el condimento exacto —retórico, no culinario— que llevaban las crónicas del Clinic.

No es lo mismo. Nunca es lo mismo. Así y todo, larga vida a Don Tinto.